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Laura Quijano, abogada, filóloga, escritora, profesora de español por más de 17 años, comparte su conocimiento de la lengua española, sus reflexiones sobre el aprendizaje del español, sus experiencias, ideas, estudios de cultura y más en este blog dedicado a quienes están interesados en la lengua española.

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Tuesday, March 30, 2010

Lengua y religión

La lengua es parte integral de una cultura y eso lo sabemos bien. El español no es sólo un conjunto de palabras y reglas gramaticales, sino también es la expresión de las vivencias y creencias de los pueblos que lo hablan y lo desarrollan, por lo que es habitual encontrar en él esos rasgos de la cultura que lo sostiene. Uno de esos rasgos es la religión. España fue uno de los principales fuertes de la Iglesia Católica y cuando conquistó y colonizó las Américas, llevó consigo su lengua y su religión. El resultado es que la religión preponderante en la sociedad y en el habla de los latinoamericanos de habla hispana es la religión católica, con todas sus características. Hoy en día, aún cuando un hispanohablante ya no sea católico (aunque la mayoría todavía lo es), usa expresiones y giros lingüísticos originados en la religión católica, sus ritos y sus costumbres.

Comencemos con la palabra Dios. Está presente en muchas expresiones cotidianas del español. Desde un simple "¡Dios mío!" -expresión de sorpresa, desconcierto o temor- hasta elaboraciones más complejas que dependen de la imaginación del hablante: "¡Santo Dios!", "¡Dios Todopoderoso!", "¡El Santísimo me ampare!", "¡Señor de los cielos!", etc., las cuales también reflejan emociones fuertes relacionadas con el temor, la sorpresa y el desconcierto. Santo, o su versión superlativa santísimo, es un calificativo que se usa en el Dios católico por garantizado. No hay nadie más Santo que Él. -Y noten que en la escritura, todo adjetivo o pronombre relacionado con Dios se escribe con mayúscula inicial-. Decir "el Santísimo" es referirse a Dios sin usar la palabra "Dios" propiamente dicha. Los más religiosos o creyentes suelen usar este tipo de expresiones sustitutas ("el Señor", "el Santísimo", etc.), mientras que todos -creyentes o no- pueden usar expresiones simples con la palabra Dios en algún momento cualquiera. Además de la expresión "¡Dios mío!", muy común para el temor o la sorpresa, es de uso generalizado la expresión "¡Por Dios!", para expresar irritación o indignación, y "¡Por amor de Dios!" para expresar súplica o ruego.


En la tradición católica, Dios no es uno solo, sino una trinidad de tres personas (la Santísima Trinidad): el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cuando los católicos se sienten atemorizados o desean expresar una oración rápida para sentirse protegidos, suelen persignarse, o sea, dibujar una cruz imaginaria desde la frente, pasando por el pecho y culminando en ambos hombros, mientras murmuran o recitan "Por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, amén". Este tipo de oración pequeña se usa en la misa, celebración regular de los creyentes católicos realizada en las iglesias o templos con presencia del sacerdote (el padre, el cura), o también fuera de la misa en ocasiones de sorpresa, desconcierto o temor. Persignarse sólo lo hacen los creyentes -los no creyentes nunca lo practican- y es muy característico de la cultura hispana católica. La creencia en la Santísima Trinidad lleva también al uso de múltiples expresiones varias: "¡La Santísima Trinidad!", "¡Las Tres Divinas Personas!", etc., expresiones que suelen manifestar sorpresa o temor también.

La tradición católica involucra un especial respeto por santos o santas, personas que en su vida realizaron algún tipo de acción extraordinaria ligada a una profunda creencia en la religión católica y que fueron declarados así por las máximas autoridades de la Iglesia (por ejemplo, el Papa, máximo jefe de la Iglesia). Esta acción extraordinaria puede ser considerado un milagro, o no, pero normalmente los santos son vistos como modelos supremos de conducta (religiosa). Ahora bien, hay muchos santos en el cuadro general de cientos de años de tradición, por lo que muchas personas manifiestan preferencia por unos sobre otros y suelen referirse a ellos en ocasiones importantes (también cuando quieren expresar sorpresa o temor). Dentro de esta tradición, debemos recordar la importancia grande que posee la Virgen María, es decir, la Madre de Dios, la mujer (santa, obviamente) que sin mantener relación alguna con ningún hombre trajo al mundo a Jesús, el Hijo de Dios, uno de los milagros extraordinarios de las creencias católicas. Por tanto, escuchar "Santísima Madre de Dios" o "¡Virgencita!", y otras expresiones similares, es muy, muy común. Los ángeles, por su parte, suelen también tener su presencia en expresiones calificativas: por ejemplo, los niños pequeños son "angelitos", una persona con un rostro bonito e inocente tiene una "cara de ángel" y una persona que ha perdido su inocencia habrá sido "desangelada".

Esta semana en la que nos hallamos es uno de los momentos del año más importantes para los católicos de todo el mundo. Se conmemora la muerte y resurrección de Jesucristo (llamado también el Salvador) en una serie de actos solemnes en iglesias, templos, plazas y calles y se cumplen con algunas tradiciones ligadas a ello. Una tradición es el ayuno -no comer ciertos alimentos durante estos días, principalmente carne roja o de cerdo, beber alcohol, etc.- y otra tradición es preparar cietos alimentos especiales para esos días, los cuales varían de país a país. El domingo que abre la semana se considera el Domingo de Ramos, pues evoca la entrada de Jesucristo a Jerusalén; el Jueves Santo conmemora la última cena y el Viernes Santo la crucifixión. El Domingo, cuando Jesucristo resucita, será el Domingo de Resurrección (o Pascua de Resurrección). La semana completa es llamada Semana Santa o Semana Mayor, pero no simplemente Pascua como en los países angloparlantes, pues esta palabra es usada también para la Navidad y puede generar confusión. Durante estos días, en los países hispanos se realizan misas especiales y procesiones, las cuales son desfiles con personas vestidas como romanos o judíos del siglo I, y con gente actuando pasajes de la Biblia relacionadas con la muerte y resurrección de Jesucristo, música y rezos.

Finalmente, y no podemos dejar de mencionarlo, así como Dios, ángeles y santos tienen su presencia en el idioma español, también la tiene el diablo. Por un lado, tenemos al ser maligno y cruel enemigo de Dios en alusiones a Satanás, el Maligno y otras similares, pero por el otro, y quizá de forma más interesante, tenemos al diablo en expresiones cotidianas tan simples como: "Juan es un pobre diablo" (es decir, un ser insignificante y triste), "¡Iba corriendo como alma que lleva el diablo!" (es decir, realmente muy rápido), "Este lugar huele a diablos" (es decir, realmente muy mal), "¿Qué diablos pasa aquí?" (expresión sin uso preciso, sólo enfatiza el enojo de quien realiza la pregunta), "Y llegó hasta donde el diablo perdió la chaqueta" (o puede ser la chamarra, o el poncho, o el abrigo que se prefiera según el país o la región. El significado es simple: un lugar muy, muy lejano). Los niños son llamados "angelitos", pero también "diablillos", cuando son muy traviesos o "diablos" cuando son traviesos y astutos. En los refranes también está presente: "Más vale el diablo por viejo que por diablo" (es decir: la sabiduría es traída por los años, no por la malicia) y "Cuando el diablo se hace viejo, se mete a fraile" (Es decir, ningún anciano es malo: al llegar a la vejez, de pronto se conduce como santo. Un fraile es un monje franciscano).

Allí tienen. La gama de expresiones originadas en la religión es inmensa, por supuesto. Si tienen ocasión de registrar los giros propios de un país o de una zona, es aún mejor. Enriquece la comprensión del idioma.

3 comments:

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